He descubierto que quiero ir a Corfú
a comer skordalia con una señora,
señora de señor pastor ortodoxo.
Quiero construir una lámpara con teselas
de colores, e iluminar mi cuarto
para que ya no haya oscuros.
Pero lo oscuro cubre los restos
de mi glotonería y mi desidia.
Ojalá, ¡ay, abuelo!
haberte conocido mejor, menos viejo,
para poder preguntarte por qué tu desprecio
a los besos de la abuela,
si la pistola de tu mesilla de noche
es por tener miedo
o por haber domado el ansia de muerte.
Quiero ir a Corfú y recoger aceitunas,
hacer mi propio aceite.
Envolverme en hojas de encina
y oler a enebro y a romero
y comer tomate y ver morir a la señora,
señora de un señor pastor ortodoxo.
Un día vi radiar la cabeza del cura,
un día en la parroquia del colegio,
poco antes de que muriera,
y yo me aburría
y todos lloraron menos yo.
Entre olivos un niño dijo a otro niño,
señalando a un caballo que había:
"por ahí es por donde folla".
Y el niño número dos no sabía
ni lo que era un olivo.