lunes, 10 de junio de 2019

El cuerpo



I

Lágrima que transcurre tersa
como hilo suelto de suéter
por la mejilla colorada,
advirtiendo bella la soledad de los lunares
y el oasis de terror que es la boca
en el complejo desierto del cuerpo.


II

Cuando la boca extraña y saliva,
la lengua engorda, dificultosamente
pronuncia palabras
de súplica
y, cubierta de baba, la barbilla se topa
con la espalda.


III

Sal del primer instante en que el llanto
azota y baja, haciendo pesar la garganta
atada a un yunque de vergüenza. Todos sabéis
que está mal visto expresar la angustia violenta.
Se duele enrojecida y acude, entonces,
a coplas de la tierra.


IV

Y sobre los hombros cae.
No me beses los huesos de aquí
que los tengo astillados.
No glorifiques mi pecho
con tus labios sangrantes.

Todo viene de dentro
y lo tomo como oblea en comunión.


V

Cae tambien la noche
con el moco en el ácido
del estómago.
Se pudre lo mismo el vino
que la esperanza vibrante
del amor.


VI

Morimos solos, pero se nos permite
vestir la soledad de humo caliente.
Pensarnos en una playa mientras
el sudor desfila por las ingles.
El sexo es un prado
de espigas nacientes.


VII

Ya dormido. La espalda se agarrota.
La rodilla gira sobre sí. Una serpiente
enrollada en el tobillo. Una húmeda
enredadera sobre la sien.
Los dientes van cayendo. Se suceden
las miradas de quienes ya no aman.



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