viernes, 10 de abril de 2020

Para después del confinamiento II


sentarnos. sobre el caliente suelo
de la alameda todas las noches de agosto
para beber para jugar para ver coincidir
el sueño con albas igual de tórridas
lo mismo la noche siguiente para negar
lo negado. así besarnos, todos, sentados,
niños y niñas jugando en escaleras
de mármol de filos gastados, bajo
cadenas oxidadas, a los pies de una
catedral negra ya no tan negra, bajo
cadenas chirriantes. como frutas desvestidas,
húmedas y moribundas, llorones
de rodillas por calles serpenteantes.

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